martes, 5 de abril de 2016

Chonista: el perfil que arrasaría en los comentarios


Una de las páginas web en las que busco canciones sueltas -solo para escucharlas y después borrarlas de mi disco duro, por supuesto- suele redirigirme de forma automática a sitios de apuestas y operaciones financieras milagrosas. El único en el que he ido más allá de la primera línea -la descarga de la canción era más lenta de lo habitual- explicaba que, siguiendo al pie de la letra sus consejos, en pocas semanas podías iniciar un estilo de vida que ríete de Pocholo Martínez-Bordiú.
Una estadística “infalible” hará que con un “pequeño” depósito de “solo 100 a 300 euros” multipliques rápidamente tu inversión inicial; solo tienes que realizar operaciones cuya máxima complejidad radica en hacer clic sobre un botón -de los dos disponibles- en el momento adecuado. Si la gráfica sube, vende. Si baja, compra. O al revés; da igual ahora.
Ya estaba a punto de redactar la carta de renuncia voluntaria, el tan recurrente “pido-la-cuenta-y-me-voy” con el que todos hemos amenazado (mentalmente) al jefe en alguna ocasión. Solo quedaba comprobar si los comentarios de los usuarios en la parte inferior de la web se correspondían con lo prometido. Quería ver si todo lo que me iba a encontrar eran opiniones de nuevos ricos que jamás necesitarían buscar chollos en Aliexpress/Wallapop o si, por contra, algún internauta advertía de insospechadas estafas, difíciles de desenmascarar entre las promesas del negocio milagro.
Fue así como hallé un paraíso ortográfico y sintáctico como hacía tiempo que no veía. Comas y puntos en su sitio, interrogantes de apertura y cierre, citas entrecomilladas, mayúsculas y minúsculas donde corresponden…
“Gracias por tus consejos, (¡coma!) Fulanito. ¿Cuándo (¡tilde!) volveré a verte por Eivissa? (¡espacio!) Te debo un par de invitaciones”. Es solo una muestra del esplendor ortográfico de todos y cada uno de los comentarios.
En comparación con el nivel medio de los comentarios que suelen poblar los foros (Forocoches aparte), la corrección en la escritura era exquisita. Y fue esa exquisitez la que sin duda me hizo bajar de las nubes. Esos seres anónimos que reconocían haber sido agraciados por una fórmula milagrosa, convertidos en brokers de primer orden con solo apoltronarse frente a una pantalla, de ninguna manera podían ser reales.
Ahora estoy en ese punto de plantear una contraoferta a los creadores de la web milagro: no necesitan un redactor, ni un copywriter, ni un community manager. Estos negocios online requieren de una nueva figura: el chonista. Profesionales a medio camino entre un tronista de MYHYV y un redactor de crónicas y experiencias vitales. Porque un comentario con redacción digna de un bielorruso recién aterrizado en El Prat despierta las mismas sospechas que uno de ortografía impoluta.
Hemos aceptado la mediocridad como pauta habitual, y ello nos lleva a recelar de los extremos. Un comentario con ortografía terrible no nos merece el más mínimo crédito; uno de ortografía impoluta, lo atribuimos igualmente a un impostor.
Si queréis una sección de comentarios creíble en vuestra web, moderadlos -y, si hay que falsear, se falsea, como dijo el gurú Pepe Navarro- introduciendo pequeñas faltas: algún “haber” por “a ver” o viceversa, comas entre sujeto y verbo, algún punto seguido de minúscula y, por supuesto, sin espacio... Y, si el comentario es muy efusivo, aderezadlo con dos o cuatro signos de exclamación -¡solo al final!-, nunca uno ni tres. En el estilo chonista habita la moderación y la credibilidad verdaderas.